lunes, 16 de mayo de 2016

Copa menstrual. Mi opinión :)

Ha llegado un momento en el que si no llega a ser por las molestias que de los ovarios el primer día de regla ni me acuerdo de que estoy menstruando. Y todo ha sido gracias a la copa menstrual, en mi caso Iris Cup pero que puede ser de cualquier marca, color, tamaño y tipo.

Sí amigas, yo antes me ponía un salvaslip el día que esperaba la regla con compresas y tampones de todos los tamaños en el bolso. Iba al baño cada poco por si había sorpresa. Me desangraba el día dos del ciclo y si no me ponía tampón grande + compresa no me sentía segura para ir al trabajo por miedo a que me desbordara por el camino. Por la noche me plantaba una de esas compresas grandes que parecen pañales y sobre las bragas me ponía unos pantalones cortos elásticos, porque así me aseguraba de que no se movía lo que no debía. Aun así había días que amanecía con fugas. Tercer, cuarto, quinto día tiraba unas cuatro compresas al día a medio usar porque los salvaslip no eran suficientes, pero una compresa claramente era demasiado grande. Y claro, a las 3-4 horas eso ya daba asquete. En su defecto usaba tampones medianos, con los que a veces manchaba y otras veces los sacaba medio secos irritando mi vagina. Los últimos días usaba tampones pequeños si era necesario, pero si no me decantaba por salvaslip, pero siempre con bragas, nada de tantas.

Ahora todo es diferente. Con la copa las cosas han cambiado, y aunque la principio me costó adaptarme a ella –dos veces la abandoné, pero le di una tercera oportunidad y esa fue la vencida– ahora estoy encantada con ella. El día que espero la regla me pongo mi copa y me olvido. Sé si me ha venido ya cuando noto dolor en los ovarios, pero no me preocupo más. El primer día apenas sangro así que no cambio la copa hasta llegar a casa. El día dos me pongo la copa igual. La cambio un par de veces durante el día y no siempre está llena. Duermo con ella puesta, puedo pasarme hasta 12 horas con la seguridad de que no pasará nada. Tercer, cuarto, quinto día si puedo me la cambio durante el día, si no puedo no pasa nada, lo hago en casa. Y los últimos días, igual que el primero, la dejo puesta y la cambio una vez al día hasta que considero que no es necesaria. Como precaución, porque puede que al colocarla salga algo de sangre residual, uso un salvaslip diario, pero la mayoría de las veces no llego a mancharlo.


Mi copa <3 br="">


Os habréis dado cuenta que mi "calidad de vida" durante la regla ha mejorado. Ahora cuando llegan esos días no me lamento. Además, me ha ayudado a tener una mejor relación con mi cuerpo, a entenderlo. Toco la sangre con mis propias manos, la miro, la huelo. No es asqueroso. Es bonito. Es algo que nuestro cuerpo hace naturalmente una vez al mes. Es la perfección de la naturaleza.

Yo no vendo nada a nadie, pero como para mí ha sido un cambio tan maravilloso me veo en la obligación de recomendar la copa a todas las mujeres del mundo. Cuando en clase dimos el tema de la reproducción, con el subtema regla, nos dieron un archivador con toda la información y con muestras de tampones, compresas de todos los tipos y salvaslip, pero nadie nos habló de copas, ni mucho menos de esponjas (esto no lo he probado). Ni siquiera le dieron la información a los chicos! Solo a nosotras. De ahí viene el desconocimiento, el estigma y eso de "a que huelen las nubes". Me siento afortunada porque puedo hablar de este tema con "Mi Árbol" sin que tuerza el morro. Al revés, se interesa y me pregunta, y está tan encantado como yo con la copa porque me ve feliz.

Bueno, a las que estáis pensando en probarla, os digo que os animéis. No supone una gran inversión y si no os va bien siempre podréis volver a los métodos de usar y tirar. Y la copa siempre estará ahí esperando otra oportunidad, como en mi caso. Todo es pillarle el truco. Hay diferentes formas de doblarla pero para mí la mejor es en U, es decir, doblandola por la mitad. Yo al principio la metía muy adentro, como un tampón, y se me salía toda la sangre. Una amiga me dijo que ella la ponía casi en la entrada de la vagina. Probé y se me hacía incomodo. Bueno, pues es que cada mujer es un mundo, así que lo primero es conocer nuestro cuerpo. Hay que localizar el cervix, porque la copa se pone justo debajo de él, que es por donde sale la sangre. Que el cervix esté alto o bajo determinará el tamaño de la copa. También lo harán la fuerza de nuestro músculos vaginales (con la edad y con los partos se ablandan, pero no tiene por qué), la constitución de la mujer, las actividades que realiza en su día a día… vamos, que es un mundo.

Además, cada marca tiene su diseño propio, colores diferentes y hasta "tiradores" diferentes. Hay una web especializada en copas que explica perfectamente todo esto mucho mejor que yo que os ayudará a elegir vuestra copa perfecta. Incluso tiene tienda online. Sobre cómo la elegí yo, no hay misterio. Quería una copa porque una conocida me habló de ella y parecía tan emocionada con ella! así que fui a la herboristería. Solo tenían la Iris Cup y yo tampoco había mirando información como para saber que había muchas más marcas. Tenía la S y la L. Me preguntó mi edad y si había sido madre, y en base a eso me dio la S. Al saber más sobre las copas me pareció una aberración el haberme asignado una copa así sin más porque hay más factores, pero oye, allí que fui con mi copa.

Estas copas duran hasta 10 años. Creo que en 10 años mi situación cambiará y me tendré que comprar una nueva, pero vamos, ya veis que se amortiza pero bien.  A mí me costó 27 euros (sé que las hay más baratas, sobre todo en internet) y si tenemos en cuenta que un paquete de compresas ronda los 3-5 euros, y de tampones ídem, y que yo por lo menos gastaría un paquete cada dos meses… pues en un año estaría amortizada la copita!

La higiene con ella es bien fácil. En la web esa que os digo venden pastillas esterilizantes, pero todo es más sencillo aún. Basta con hervir la copa en agua durante 3-5 minutos al final de cada ciclo y guardarla después en una bolsita de tela, que habitualmente suelen traer. Además, cuando me la cambio en casa suelo lavarla con gel intimo y agua fresca. No siempre, solo si tengo tiempo y me apetece. Esto no es necesario en realidad porque con pasarla por agua vale, pero me da la sensación de que está más limpia.

Pues ea, después de esta pedazo de entrada, si hay dudas estaré encantada de contestar :**



viernes, 13 de mayo de 2016

Si comparamos llegamos a comprender

Vengo del médico y dice que la culpable de que no haya pegado ojo en toda la noche por el dolor es una pequeña herida en la boca. Será pequeña, pero a mi me sigue doliendo una barbaridad y mis ojeras son de un color vampiresco. Sin embargo, no dejo de pensar en mi amiga que estará ahora en el paritorio, sufriendo ese dolor que solo las madres sienten.
Está bien quejarnos y cuidarnos porque el mal ajeno no curará el nuestro, pero solo comparándolos podemos llegar a entender por lo que están pasando los demás. Se llama empatía y es muy humano.

Puestos a comparar y a intentar ponerme en la piel de los demás –intento olvidar el pinchazo junto al oído, hoy no doy para más– no puedo dejar pasar el tristemente «tema de moda»: los refugiados. Muchas de nuestras abuelas y abuelos tuvieron que dejar su casa y viajaron a donde se les ofrecía una oportunidad; algunos fueron del sur del Estado al norte, y otros llegaron hasta Alemania. Otros se marcharon huyendo de la represión, de la guerra, de las bombas para terminar sus días en un campo de concentración. Hoy son sus nietos los «exiliados» por una política de empleo que a duras penas les deja construirse una vida.
Pero fijémonos en quienes también van de sur a norte pero desde el otro lado del mar Mediterráneo. Antes buscaban trabajo, ahora solo la paz. No se han encontrado con un pueblo que les acoja con los brazos abiertos, como hizo el vasco con mis abuelos. Lo único que encuentran es un muro parecido al de los campos de concentración.