El calendario está lleno de días internacionales, los
cuales la mayoría tratan de concienciar sobre un problema. El lunes fue
el Día del Niño y el sábado será el Día contra la Violencia hacia las
mujeres. Algunos los tenemos marcados en el calendario y los recordamos
durante todo el año, pero otros pasan inadvertidos y solo sirven como
excusa para sacar un tema concreto una vez al año.
El 30 de este mes se celebra uno de esos días silenciosos, que yo
creo que no tendrá apenas repercusión por lo que quiero dedicarle este
espacio. Se trata del Día Mundial de la lucha contra los Trastornos
Alimenticios. Quiero hablar de ello porque todos somos culpables de
alguna manera. ¿Quién no ha dicho que cierta persona está demasiado
«gorda» o «delgada» comparando un cuerpo ajeno con los estándares
establecidos en lugar de juzgarlo por su salud?
No debemos pensar que trastornos como la anorexia o la bulimia son
exclusivos de chicas jóvenes, ni tampoco que aquella persona que no
marca huesos no puede padecerlas. No ayuda decirle a una persona delgada
que lo está, porque puede que sea así por genética y esté totalmente
saludable, y es perfectamente consciente de su constitución. No hace
falta que nadie se lo recuerde.
Y si realmente existe un problema, no se soluciona diciéndole una
obviedad que probablemente no reconozca, sino tendiendo una mano,
observando lo que ocurre. Debemos tener en cuenta que los trastornos
alimenticios son un problema psicológico, por lo que de nada sirve
regañar a nadie. Con cariño, comprensión y paciencia los trastornos se
superan.
Publicado en GARA