Fri-fri-frio

¡Que frio! Y me encanta. Ese frio que se te mete en los huesos y no dejas de tiritar. Tienes que ponerte mil capas de ropa que no te dejan moverte y cuando entras en algun sitio se te empañan las gafas. ¡Pero de verdad que me encanta! Entras en casa, congelado, con la calefactión a sus 21 graditos, que gozada ir quitandote las capas de ropa, ponerte el pijama, la bata, las zapatillas... y tomarte un vaso de cola-cao calentito. O esos fines de semana, en los que un trueno te despierta a las 7 de la mañana, miras la hora y te vuelves a acurrucar entre las mantas con una sonrisa mientras oyes la lluvia en la calle. Me encanta. Y esas tardes de peliculas y palomitas, o de centros comerciales, o de simplemente meterte en un bar y no salir de ahí en horas.

A finales del invierno estoy deseando que salga un rayo de sol, pero ahora estoy encantada, deseando que haga frio de verdad, del bueno. Quiero que nieve, y quiero ponerme los pantalones impermeables horteras y coger un plastico para tirarme cuesta abajo con el, como una niña. Y quiero llegar a casa con los pies en estado de congelación y meterme en la ducha con el agua hirviendo. Envolverme en bufandas, gorros y guantes para salir a la calle.

No soporto esos dias de calor en agosto, cuando aunque salgas con una ropa con el tamaño justo como para tapar las vergüenzas es imposible no tener calor. Esos dias en los que te dan ganas de arrancarte la piel a tiras, tienes sed todo el rato, te sientes cansado y no te apetece salir de casa por temor a Don Lorenzo. Y ya cuando te animas a salir de casa de día, solo se te ocurre ir a la piscina, donde tu única opcion es ponerte en remojo hasta que te arrugas como un garbanzo.

Uffff, a pesar de que un verano con temperaturas medias es agradable, prefiero el invierno, que por lo menos con ropa de abrigo se combate bien. Y al que opine lo contrario le invito a pasar un agosto en Badajoz, y que luego me cuente.

¡Feliz invierno helado soñadores!

(Foto: Sacada un día frio del año pasado)