domingo, 18 de marzo de 2012

La culpa es de los padres (que los hacen maleducados)

Nota para el futuro si algún día soy madre:
No dejes que tu hijo sea impertinente.

El otro día conocí al niño más pesado y maleducado del mundo. Estaba yo en el autobús con mi "patatita" (comunmente conocido como tablet prixton) felizmente leyendo cuando un niño se me sentó al lado. Puso su cara entre la mía y la "patatita" y luego la retiró. Me miró. Y volvió a mirar mi "patatita" descaradamente, ahora por un rato.
-¿Qué haces?
-Leer.
-Eso no es para leer.
-Yo lo uso para eso.
-Eso sirve para más cosas.
-Pues yo lo uso para leer.
-¿Sólo para leer?
-Sí.
-¿No tienes más cosas?
-No.

 A todo esto entró su madre en escena, agarrada tranquilamente a la barra del bus y con una voz distante y despreocupada.
-Ander, ¿la conoces?
-No. Hola, soy Ander. Ahora sí.
-Ay, hijo, no seas pesado. Si fueras mayor pensaría que estás ligando con ella. Je, je, je. Déjala leer tranquila.

Yo dientes-dientes.

-¿Cuanto te ha costado?

Hice un intento de cortar la conversación cuanto antes, con mentiras, pero el niño estaba por la labor de tocarme las narices.

-Es un regalo.
-¿de quién?
-De mis padres.
-¿Y cuándo te lo han regalado?
-En mi cumpleaños.
-¿Y cuándo es tu cumpleaños?

Miré a la madre para que le dijera algo y el niño maleducado se callara antes de que la maleducada fuera yo.

-Andeeeerrr… je je je

-Dime, ¿cuándo es tu cumpleaños?
-A  ver, adivínalo…
-Octubre
-No
-Noviembre
-No
Entra la madre en escena otra vez.
-Diciembre!!!
-No ¬¬

Y así hasta junio.

-Pues yo tengo un iphone 4 y me lo han regalado en mi comunión, y es muy caro y tengo muchos juegos y bla bla bla… (desconexión) ¿Tu solo usas eso para leer? Los de leer son más baratos.
-No, este es muy barato.
-Has dicho que era un regalo.

La madre empieza a interpretar mi cara.
-Hijo, no te manda a la mierda porque está aquí su madre, je je je.

A la que mandaba a la mierda es a ella.

-Uso este aparato para el trabajo, mira, aquí tengo algunos textos.
-¿Trabajas? ¿en qué?
-Soy periodista.
-¿escribes en el Diario Vasco?
-No exactamente.
-¿Dónde?

Por fin llego a mi destino, apago la "patatita" y Ander sigue mirándola, como si la envidiara teniendo en sus manos un iphone 4.

-Esta es mi parada.
-Pues yo en mi iphone también puedo leer. Los libros me cuestan solo un euro. ¿Y a ti?
-Gratis! Agur!!!

Fuck yeah!

viernes, 16 de marzo de 2012

Sentimendu jaioberri baten alegoria

Izpi txiki txikiren bat, agertuz doa gaurkoan… hala dio Zea Mays taldearen abesti ezagunak. Bideoko neskak eskuekin esaten duenaz aparte (nork ez du ikasi nola esaten den "larrua jo" zeinu hizkuntzan?) hitzek badute aparteko indarra kanta honetan. Sortu berria den maitasun baten kronika dirudi, maitatzeko beldurra duen neska baten ahotan. Izpi txiki horren bila sartu da norbait bere bihotzean, eta behar duen goxotasunaz bustirik ateratzea lortu du. Orain lainorik ez da, aurpegi biluziak, hori besterik ez, aspaldian teloiaren atzean ezkutuan ibili den irrifar horrek eskilarak jeitsi ditu mozorrorik gabe. Biluzik. Eta orduztik negua joan da berarentzat, neguko egun gogorrak badira ere. Laztan goxoak eskeintzen dizkion eskuen eta begirada sakonen berotasunak kendu ditu laino guztiak.

Sentimendu hori deskribatzen duen esaldi bikaina; jaioberrien antzera taupaden beharra dut orain, belarriekin ikusteko nire begiek entzuten ez dutena. Maite dutela entzuteko desiatzen bizi izan da, gutxitan entzun ez badu ere, pentsatuz hobe dela ezer ez entzutea ekintzekin erakusten bada. Baina konturatu da batzuetan ekintza horiek ez direla nahikoa, biak beharrezkoak direla, maitasuna itxua delako eta erakutsi nahi digutena ikusten dugulako, bihotzak dioenari entzun gabe.

Ingurukoak uxatzen zituzten ertzak borobildu zaizkio azkenean neskari. Kaktus itxura ematen zion babeslekua apurtu du eta gordelekutik irten da fenix hegaztia bezala, indarberrituta, pixkanaka, mesfidati, bizitzea tokatu zaion une honetan bihotzari arreta gehiago eskaintzeko irrikitan.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Horror vacui

Miedo al vacío. Terror a la página en blanco. Generalmente las cosas marchan como la seda; un tema agradable, ganas de aprender, tiempo de sobra para conseguir información y escribir sobre ello, imágenes adecuadas y el espacio correcto. Pero a veces todo se tuerce y es cuando aparece el horror vacui, un sentimiento que imagino que toda la gente que se dedique, de alguna manera, a escribir habrá sentido. 

Un día tienes un tema del que has oído hablar muchas veces y no te gusta para nada. Buscas información y hay  muy poca, la poca que hay no la entiendes, y lo poco que entiendes es aburrido. No puedes ponerte en contacto con nadie, sola ante el peligro. Tienes dos horas para escribir 8.000 caracteres. Empiezas con el titular; malísimo. Le echas narices y te pones con el texto. Todo blanco, todo vacío, horror vacui, y el cursor parpadeando. Escribes una frase sin sentido que borras y reescribes tres veces. Te levantas, bebes agua, golpeas la mesa con tus dedos. Vuelves a la página en blanco. Hay más ruido de lo normal, no te concentras. Escuchas el segundero del reloj, tic-tac, tic-tac… respiras hondo. Te estiras, te frotas los ojos. Sigues escribiendo cosas que no tienen sentido. Las lees y te das cuenta de que todo es basura. Queda cada vez menos tiempo y tus nervios no te dejan pensar con claridad. 

Hora de entrega. No estás satisfecho con el trabajo realizado, pero no tienes más opción. Te vas de mal humor a casa. Mañana será otro día.

sábado, 10 de marzo de 2012

El triálogo de la relación perfecta

He hecho un "estudio sociológico de las parejas" basándome en las que me rodean y en las experiencias propias, y creo que tengo la fórmula para que una relación funcione. Podéis probarla si os apetece experimentar, y luego me contáis.

Los tres factores son amistad, sexo y cariño. Si no se encuentran los tres en dosis iguales la relación está destinada al fracaso.

Amistad y sexo: Esto es lo que coloquialmente se conoce como un follamigo. Amigos que tienen sexo esporádico sin compromiso. Obviamente, si no hay cariño, un sentimiento más allá de lo que puedes sentir por un amigo, la pareja se lo pasará muy bien pero no surgirá nada serio.

Amistad y cariño: Este es tu mejor amigo. Es como tu hermano y nunca pensarías en tener sexo con él. Y él opina lo mismo, claro. Habrá chicos que crean que este tipo de relación es imposible. Certifico que existe y que es muy bonita además.

Sexo y cariño: La más peligrosa de todas porque se confunde muy a menudo con una relación perfecta hasta que la carencia de amistad es demasiado evidente. Puede que le demos escasa importancia al ser amigo de nuestra pareja, y por eso hay tantas relaciones que duran toda la vida y son de este tipo, pero eso no significa que sean ideales.

En cualquier caso, cabe la posibilidad de que a cualquiera de los tres tipos de relaciones se le sume el factor que le falta y se forme una perfecta. Especialmente, aunque creo que la última es la más peligrosa, también creo que es la que tiene más posibilidades de prosperar si hay ganas por parte de los dos integrantes de la pareja. Dedicándole un poco de tiempo a cultivar la amistad podrían descubrir las cosas que tienen en común o intentar dar el brazo a torcer en las que no, igual que con un amigo corriente. Creo que en el momento en que dos personas son capaces de salir de fiesta hasta las tantas solos y sin aburrirse, al llegar a casa tienen una ración de sexo y terminan el día mirándose a los ojos, definitivamente, han pasado la prueba. That's love!



*que conste que no estoy para nada de acuerdo con este articulo, aunque se parezca estilísticamente al mío. A mi "que me lleven" de compras como si fuera una niña que necesita ir acompañada no me gusta, ni que me aparten la silla al sentarme ni que me regalen rosas, son tan cursis y poco originales… Lo de que te digan que estás guapa cuando te has pasado dos horas arreglándote no es romanticismo, es sentido común. A ellos también les gusta. Me quedo con mis "tres pilares". He dicho.

jueves, 8 de marzo de 2012

La vez que fui señora (a todas las mujeres)

Para comprar un billete de avión por internet hace falta poner tus datos personales, obviamente. Pero además, las mujeres debemos especificar nuestro estado civil, incluso antes que el nombre.

Para los hombres solo existe la opción "señor" sin importar si está casado o soltero. En cambio, las mujeres tenemos las opciones "señora" si estamos casadas o "señorita" si no lo estamos. La verdad es que no había pensado en esta diferencia demasiado, pues siempre he relacionado "señora" con una mujer mayor y "señorita" con una joven. Recuerdo el día en el que una mujer me gritó porque la llamé señora, claramente indignada porque la había llamado vieja discretamente. Qué me decís de los grupos de "señoras que…", como si todas las que hicieran esas cosas tan graciosas estuvieran casadas.

Pero la semana pasada vi como una mujer entrada en años coqueteaba con un hombre en el autobús. No estuve muy atenta a su palabrería hasta que él la llamó "señora" y ella recalcó parpadeando y con una sonrisa en la boca, «se-ño-ri-ta». Me pareció tan patético que una simple palabra pudiera decir tanto de nosotras y nada de ellos que me niego a decir que soy señorita. A partir de ahora soy señora.

Agrego esta a la lista de costumbres sexistas absurdas como la de que el primer apellido de los hijos sea siempre el del hombre sin discutirlo y sin valorar las razones. ¿Por qué? pues porque mi primer apellido (el de mi padre, sea dicho de paso) es muy poco común y valoraría que por ello mi pareja consideraría asegurar su continuidad y no diera por hecho que el suyo va antes porque es hombre, aunque finalmente así lo decidamos.

Tampoco apoyo el hecho de que se asuma que la baja por paternidad debe ser utilizada exclusivamente por la mujer. Hay casos en los que la madre, voluntariamente, querrá utilizar la baja completa ella sola, pero habrá otros casos en los que quiera desconectar o incluso en los que desee volver a su puesto de trabajo para no jugárselo. Es un hecho que aún hoy muchas mujeres son despedidas al conocerse su estado, mientras que nunca despiden a un hombre porque vaya a ser padre. Al margen de las complicaciones, una mujer puede trabajar tranquilamente por lo menos durante los dos primeros trimestres de gestación, por lo que la baja solo cubriría los tres últimos meses. El mismo tiempo que los padres podrían hacerse cargo del niño tras el parto, o por lo menos podrían dividir la baja para que el jefe no pueda negarse a contratar a mujeres en edad de tener hijos, ya que si lo hiciera también debería negarse a contratar hombres en edad de tener hijos.

Quien me diga que la leche materna es lo mejor para el bebe y que una mujer que se va a trabajar dejando a sus hijos en casa es una mala madre, le argumentaré que existen sacaleches con los que el padre, esa otra persona igualmente importante en la vida de un niño, puede alimentarlo.

Digo todo esto el día de la mujer. Un día que me recuerda que no tenemos igualdad, porque si la hubiera no debería celebrarse, a no ser que celebráramos también el día del hombre. También lo digo el día en que la mujer de mi vida, mi madre, cumple años. Si llegara a ser la mitad de lo fuerte que es ella estaría satisfecha.

lunes, 5 de marzo de 2012

Zancos para "la esparrago"

Desde pequeña he tenido el maldito complejo de ser demasiado alta. Sobre todo lo pasaba mal en verano, en el pueblo donde llevo veraneando toda mi vida. Allí (en el sur) no sé por qué, a excepción de algunos, la mayoría de la gente es más bajita que aquí (en el norte). Llevo midiendo 1,73 metros desde los 15 años, y por aquel entonces sacaba una cabeza a mis amigas. También a mis amigos. Y yo iba por la calle agachando la cabeza, en parte por vergüenza y en parte porque si no, no me enteraba de nada. Mi tío me llamaba "espagggagó" (léase con acento francés).

Con el tiempo todos crecieron. Bueno, ellos crecieron y ellas se pusieron tacones. Por fin podía hablar a algunos mirando hacia arriba y a algunas cara a cara. Pero yo también ansiaba ponerme tacones, a pesar de no tener ni idea de cómo andar con ellos. Me compré unas botas con 8 cm de tacón que cada vez que me ponía obligaba a mi entonces novio a ponerse tieso, porque me parecía que no quedaba bien que yo fuera más alta. Ya ves tu.
 
Hace poco se casó mi primo. Me compré "el vestido más bonito del mundo" para la ocasión, pero para que luciera del todo hacían falta unos tacones. Taconazos. Así que después de practicar en casa me calcé durante 16 horas unos andamios de 11 cm preciosos. Mi miedo era ser la más alta de la boda. Pero no. Allí había de todo; más bajitas/os y más altas/os, con andamios y sin ellos. Y yo iba feliz con "el vestido más bonito del mundo" y mis piernas hiperlargas que hicieron que, por una vez, me sintiera orgullosa de ser alta. 

viernes, 2 de marzo de 2012

De la era del paint a la del whatsapp

Cómo han cambiado las relaciones gracias a las nuevas tecnologías. Yo no soy nativa digital, cuando nací nadie tenía ordenador, pero cuando empecé a utilizarlo tenía una edad suficientemente temprana como para no tener problemas en su utilización.

Recuerdo que pasé de jugar en la calle al bote-bote, a pintar en el suelo con tiza o a cuidar gatos que mis amigas y yo encontrábamos en el monte, a pasarme media tarde en casa de la primera que tuvo un ordenador (su madre era profesora y ya empezaba a sacarle provecho). En aquella habitación donde colgaba la primera orla que he visto en mi vida había también una estantería con libros, un sofá negro y una alfombra.

Nos juntábamos tres amigas y merendábamos echando todas las migas sobre el teclado. Lo que hacíamos era, básicamente, escribir tonterías en el word y hacer dibujos aún más tontos en el paint. De vez en cuando jugábamos al buscaminas. No conseguimos hacer nada útil, es más, casi nos buscamos un lío con una pequeña broma en forma de carta.

Lo siguiente que recuerdo es a las dos amigas que junto a mí completaban el trío contándome que habían estado en la biblioteca en internet, y que escribir la arroba era muy difícil, pero que habían conseguido acceder a su bandeja de entrada del email que nos hicieron los monitores en una excursión, que obviamente estaba vacía.

Más tarde en clase de informática dejamos de lado los ejercicios con Autocad (que tengo completamente olvidados) y empezamos con los de photoshop (cuando todavía no sabíamos que era una potente herramienta de manipulación). En esa época no era necesario que los profesores cortaran internet en el aula porque nadie lo utilizaba, era demasiado aburrido. Sólo entrábamos en google para buscar imágenes de ranas y desiertos, que después contorneábamos y empastábamos para hacer magia: ¿qué hace una rana en un desierto?

Al poco tiempo descubrí la sala-chat del portal Kaixo.com, un chat para vascos, digamos. No sé si todavía existe, pero en su momento y hasta que se empezó a llenar de babosos servía realmente para conocer gente. Entonces el profesor sí que tuvo que empezar a controlar más las clases de informática, porque todos nos reuníamos en una sala-chat privada para hablar de nuestras cosas.

Cuando me pusieron el ordenador en casa estaba muy emocionada. Me hice un nuevo email, ya que para entonces sabía muy bien cómo se hacía la arroba, y le puse un nombre absurdo como "ghina" o algo así. Me bajé el messenger y tras agregar a todos mis amigos, vi que no era divertido hablar con alguien a quien veía todos los días varias horas. Así, un día entré en el chat con tal suerte que la única persona que me pareció de fiar resultó ser mi vecino. ¿No era más fácil asomarnos a la ventana? Pronto me di cuenta de que la mayoría que frecuentaban chats son pervertidos mayores en busca de niñas a las que les conectar su webcam inesperadamente para enseñarles lo que no quieren ver.

Limité mis relaciones online a mis amigos del messenger, con los que compartía fotos escaneadas en casa de algún amigo más avanzado tecnológicamente, pues yo no tenía ni cámara digital por aquél entonces. Aparecieron los foros temáticos, tan populares como ahora, y comencé a frecuentar uno en el que compartíamos el gusto por el rock finlandés. La mayoría eran chicas, así que me sentía cómoda. Con algunas hice buenas migas y las agregué al messenger, sin ningún temor de que fueran a enseñarme cosas raras por la webcam. Así conocí a una chica más joven que yo, de Argentina. Ale, así se llamaba. Nos hicimos tan amigas que hasta nos escribimos un par de cartas, como se solía hacer con los amigos que nos importaban. Nos contábamos cosas sobre música, cine y amores en proceso. Después desapareció. Se cambió de email y no volví a saber nada más de ella. Me gustaría saber que tal le va.

El messenger resultó ser una excelente herramienta de comunicación. Un cupido digital, dicho de algún modo. Ya con 17 sabía que mi fuerte no es la comunicación hablada cuando se trata de cosas serias; me pongo nerviosa, digo lo primero que me viene a la cabeza y suena mucho peor en voz alta que cuando lo pienso. Multipliquemos esto por diez cuando las palabras están dirigidas a un chico que me gusta. Un desastre. Así que gracias a los muñequitos danzantes del messenger, cada día a la misma hora hablaba con quien un día terminaría compartiendo conmigo algo más que risas.

Dejé de lado todo eso cuando descubrí Tuenti, donde subía las fotos que sacaba con mi cámara digital que llevaba conmigo sábado sí y sábado también. Más tarde, una amiga me habló de Facebook, diciendo que Tuenti no era más que una copia barata. Tendría razón, pero al principio Facebook me pareció un lío. Poco a poco fui cogiéndole el truco hasta que ahora estoy en un punto en el que no borro Tuenti porque tengo amigos ahí que de los "tuenti" ya han pasado de sobra, pero se niegan a dar el paso hacia la red social de los mayores.

Incluso me dejé llevar por el piar del pájaro de Twitter. No sabía muy bien cómo utilizarlo, así que me puse a seguir a todos los famosos, cuanto más extravagantes mejor. Luego vi que no decían más que tonterías, y empecé a seguir a mis amigos. Pero la mayoría de ellos estaban tan perdidos como yo y no aportaban ningún comentario ingenioso. Al fin, decidí utilizar el Twitter como medio de información. Empecé a seguir a los periódicos y televisiones, a blogers, a iniciativas, colectivos y compañeros de trabajo. Todos ellos, incluso algún amigo mío, empezaron a emitir ingeniosos e interesantes tweets, y yo los retweeteaba. Gran error. Algún seguidor de alguno de mis compañeros de trabajo me encontró  y comenzó a seguirme, y tras él más y más. Desde entonces vivo con miedo de escribir alguna tontería en Twitter, porque nunca podré alcanzar ese perfecto equilibrio entre ingenio, actualidad y opinión de mis compañeros en tan solo 140 caracteres.

Me asombra ver cómo estas herramientas que en principio son beneficiosas, un gran avance, pueden perjudicar a las verdaderas relaciones sociales. El 19 de enero, víspera de Sansebastian, me encontraba en Donostia dispuesta a disfrutar por primera vez en directo de la noche grande de la ciudad, de su Tamborrada. No os voy a contar como fue la noche porque no viene a cuento. Pero sí cómo fue la cena –chicas, os dije que esa situación merecía ser mencionada en mi blog–, en un piso de Gros, a un paso del Kursaal.

Cinco chicas nos apresuramos a preparar la cena; unas deliciosas fajitas y patatas con bacon. El trabajo de pinches de cocina fue divertido, cortando y friendo, aportando cada una sus instrucciones culinarias. Empezamos a cenar con la tele de fondo, que desviaba miradas, por lo que la quité. Entre sorbos de lambrusco y sidra nadie hablaba, o al menos no cara a cara. Los malditos Smartphones estaban emitiendo 'beeps' continuamente. «Antes en las cenas se hablaba», sentencié. «Es que una amiga se ha comprado unas katiuskas y nos las está enseñando», explicó la chica sentada a mi lado. Unas dichosas Hunter rojas que, sí, eran muy monas, pero las iban a ver al día siguiente en los pies de su amiga, ¿que necesidad había de decirle lo monas que eran por el móvil?

Esa es la historia de mi continuo coqueteo con las nuevas tecnologías y la forma en la que influyen en mi vida. Miro a todos esos niños con sus móviles, que son pequeños ordenadores con los que whatsappean constantemente. Yo tuve que ir dando pasos hasta llegar al 2012, donde vivo felizmente con un móvil sin whatsapp temiendo el día en que mi "piedra" haga plof. Entiendo perfectamente el miedo de los padres por la privacidad de sus hijos, con todos esos pervertidos ahí fuera, y tantas facilidades para acceder a la información privada. Aún así, tal como le recomendé a una compañera madre de dos preadolescentes, lo mejor es conocer de cerca las herramientas al alcance de los niños para poder hablar con propiedad, porque no todo es tan malo, y con una gestión correcta es incluso imprescindible.