Miedo al vacío. Terror a la página en blanco. Generalmente las cosas marchan como la seda; un tema agradable, ganas de aprender, tiempo de sobra para conseguir información y escribir sobre ello, imágenes adecuadas y el espacio correcto. Pero a veces todo se tuerce y es cuando aparece el horror vacui, un sentimiento que imagino que toda la gente que se dedique, de alguna manera, a escribir habrá sentido.
Un día tienes un tema del que has oído hablar muchas veces y no te gusta para nada. Buscas información y hay muy poca, la poca que hay no la entiendes, y lo poco que entiendes es aburrido. No puedes ponerte en contacto con nadie, sola ante el peligro. Tienes dos horas para escribir 8.000 caracteres. Empiezas con el titular; malísimo. Le echas narices y te pones con el texto. Todo blanco, todo vacío, horror vacui, y el cursor parpadeando. Escribes una frase sin sentido que borras y reescribes tres veces. Te levantas, bebes agua, golpeas la mesa con tus dedos. Vuelves a la página en blanco. Hay más ruido de lo normal, no te concentras. Escuchas el segundero del reloj, tic-tac, tic-tac… respiras hondo. Te estiras, te frotas los ojos. Sigues escribiendo cosas que no tienen sentido. Las lees y te das cuenta de que todo es basura. Queda cada vez menos tiempo y tus nervios no te dejan pensar con claridad.
Hora de entrega. No estás satisfecho con el trabajo realizado, pero no tienes más opción. Te vas de mal humor a casa. Mañana será otro día.
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