Hoy, día de San Patricio, día en que me encantaría estar en Irlanda para hacer eso de "ahogar el trébol", pero no puede ser, así que os ofrezco tres visiones completamente diferentes de los tres lugares que visité durante mi estancia en la isla en octubre-noviembre. Son solo unos detalles de todo lo que podemos encontrar (y encontré) en Irlanda. Pubs, naturaleza e historia, cada uno relacionado con una ciudad –lo que no quiere decir que en el resto no haya de lo otro–.
Dublin:
Unas pintas de Guinness en la zona de Temple Bar es lo mejor que hay después de una caminata por la ciudad. Todos los días hay ambiente, a todas horas, pero sobre todo después de cenar (recordemos que para los irlandeses "después de cenar" significan las 20.00, más o menos). Los pubs cierra temprano para lo que estamos acostumbrados, pero si se va a la zona al anochecer hay tiempo más que sucifientes de visitar algunos.
En contra de lo que pueda parecer y a pesar de que Temple Bar es céntrico, turístico y está de moda, no es excesivamente caro. Las pintas de Guinness (cerca de medio litro) no llegan a los 5 euros, y en el mítico pub que da nombre a la zona, el Temple Bar, el precio es ese, 5 euros. También merece la pena probar la sidra, que la tienen en un montón de sabores, es dulzona y la tienen en botella y en cañero.
Si se tiene hambre cualquier pub y casi a cualquier hora ofrecerá comida típica: salchichas con puré de patatas, estofado irlandés o sopa del día con pan marrón. Y lo mejor de los pubs lo dejo para el final… la música en directo. Entiendo que para los locales pueda resultar pesado oír en todos los sitios las mismas canciones tradicionales con los señores con sus instrumentos viejos, pero para los turistas es un placer del que en casa pocas veces podemos disfrutar. Además, a veces en lugar del señor con cara de mala leche y acento cerrado contratan jóvenes con guitarra eléctrica que hace versiones de canciones nuevas, y esto tampoco está nada mal.
Unas pintas de Guinness en la zona de Temple Bar es lo mejor que hay después de una caminata por la ciudad. Todos los días hay ambiente, a todas horas, pero sobre todo después de cenar (recordemos que para los irlandeses "después de cenar" significan las 20.00, más o menos). Los pubs cierra temprano para lo que estamos acostumbrados, pero si se va a la zona al anochecer hay tiempo más que sucifientes de visitar algunos.
En contra de lo que pueda parecer y a pesar de que Temple Bar es céntrico, turístico y está de moda, no es excesivamente caro. Las pintas de Guinness (cerca de medio litro) no llegan a los 5 euros, y en el mítico pub que da nombre a la zona, el Temple Bar, el precio es ese, 5 euros. También merece la pena probar la sidra, que la tienen en un montón de sabores, es dulzona y la tienen en botella y en cañero.
Si se tiene hambre cualquier pub y casi a cualquier hora ofrecerá comida típica: salchichas con puré de patatas, estofado irlandés o sopa del día con pan marrón. Y lo mejor de los pubs lo dejo para el final… la música en directo. Entiendo que para los locales pueda resultar pesado oír en todos los sitios las mismas canciones tradicionales con los señores con sus instrumentos viejos, pero para los turistas es un placer del que en casa pocas veces podemos disfrutar. Además, a veces en lugar del señor con cara de mala leche y acento cerrado contratan jóvenes con guitarra eléctrica que hace versiones de canciones nuevas, y esto tampoco está nada mal.
Galway:
Es una pequeña ciudad con una parte vieja muy cuca, pero como este es el apartado de "naturaleza" es de lo que os voy a hablar. Desde la ciudad parten autobuses organizados que llevan a los turistas a los castillos de cuentos de hadas, a los círculos de leprechauns y a un sitio donde la fuerza del aire es capaz de llevarse tus problemas, al menos por un rato; los acantilados de Moher.
Son muy conocidos así que poco puedo decir, a parte de las impresiones que me dio. Nos recomendaron ir hacia la derecha, donde hay un castillo, porque la parte izquierda «es peligrosa», así que indudablemente fuimos a la izquierda. Y mereció la pena. El único peligro que existe es que el camino es un poco estrecho y que hay que tener cuidado de no tropezar con las piedritas o de no resbalar con el barro, pero no es para tanto. Con tal de no andar corriendo vale.
El paisaje de la izquierda da una sensación de amplitud, te hace sentir pequeño y ver los acantilados de lado aun más. Al mirar hacia la derecha se ve el castillo y un pináculo de tierra saliente en el mar, que estoy segura desaparecerá algún día con una sacudida de una ola. El viento es muy fuerte en todo el acantilado. Esto ha ayudado al agua a desgastar la tierra. Sin duda, es una visita obligada en caso de acercarse a Galway… pero lo que no merece demasiado la pena es el centro de interpretación. Si se va con tiempo tal vez resulte de utilidad conocer cómo se formó el acantilado, qué animales viven allí y todo eso, pero me pareció que había que leer mucho, así que si es una visita rápida, mejor aprovechar el exterior.
Belfast:
A esta ciudad, como no podía ser de otra manera, le ha tocado la parte histórica. O más bien política, porque lo que cuentan sus murales no es historia todavía, sino que es lo que está ocurriendo ahora. Aconsejo mirar, preguntar y aprender, pero no opinar. Cada cual se creará una idea de lo que esté pasando, cada uno se posesionará a favor de los nacionalistas o los unionistas, pero es un conflicto muy reciente y aunque intentan trasmitir normalidad, no la hay. Así que lo mejor es disfrutar de la ciudad y de su gente, y guardarse las opiniones para casa. Lo que más me llamó la atención es lo latente que es la distinción entre quienes se consideran irlandeses o ingleses.
Desde mi punto de vista, Belfast es una ciudad normal cuyo único extra son los murales. Pero no hay que verlos como si fueran meras pintadas de grafiteros, sino como si fueran un libro abierto. Para entenderlos mejor dicen que lo ideal es coger un "black taxi", que son los taxis conducidos por excombatientes de ambos bandos, el que te toque, que te explican el significado de cada mural desde su visión. Nosotros, por sugerencia del casero del B&B (thank you, Brian!), decidimos realizar el recorrido por nuestra cuenta andando, y la verdad es que aunque no tuviéramos información de primera mano, vimos muchos murales que con el taxi sería imposible porque estaban en calles perdidas de los barrios. Creo que la mejor opción, por lo tanto, es realizar el recorrido andando, con un plano, siempre y cuando se lleven los deberes hechos –informarse mucho en casa sobre el conflicto irlandés–.
Una advertencia; si pensáis visitar esos murales tan famosos que salen en todas las fotos (el del Che, por ejemplo), no os molestéis porque no existen. A parte de los murales realmente históricos como el de Bobby Sands (en la pared derecha de la sede del Sinn Fein), el resto son cambiantes y los van repintando para reivindicar diferentes ideas de actualidad.
Aunque la calle más famosa sea Falls road, que es larguísima y cuesta recorrerla mucho tiempo (llegamos hasta una intersección con muchos nuevos murales, al lado de un cementerio), está bien avanzar hacia los barrios, donde hay murales no tan cuidados pero más antiguos. También es recomendable pasar por las puertas que separan Falls road de Shankill road para ver que, aunque siga habiendo murales, la temática es completamente distinta. Tras la alambrada se esconde un barrio con mucha menos vida, de casas unifamiliares con banderas inglesas y de la Ulster. Al parecer las puertas se cierran al anochecer, lo que convierte al barrio en un guetto. De día hay que verlo. Apenas andan turistas por allí, pero mientras se sea respetuoso nos les importa que saquen fotos, porque a ellos también les interesa que se sepa su verdad.
En "Shankill profundo" hay más vida, es como Falls road pero con los murales totalmente diferentes. Es como ir de Springfield a Selviville. Había imágenes de la reina de Inglaterra en todas sus edades y todo ese rollo monárquico… bah, que me gusta el té pero prefiero la cerveza! me piro a Falls! Y ahora sí estoy dando mi opinión ;)
A esta ciudad, como no podía ser de otra manera, le ha tocado la parte histórica. O más bien política, porque lo que cuentan sus murales no es historia todavía, sino que es lo que está ocurriendo ahora. Aconsejo mirar, preguntar y aprender, pero no opinar. Cada cual se creará una idea de lo que esté pasando, cada uno se posesionará a favor de los nacionalistas o los unionistas, pero es un conflicto muy reciente y aunque intentan trasmitir normalidad, no la hay. Así que lo mejor es disfrutar de la ciudad y de su gente, y guardarse las opiniones para casa. Lo que más me llamó la atención es lo latente que es la distinción entre quienes se consideran irlandeses o ingleses.
Desde mi punto de vista, Belfast es una ciudad normal cuyo único extra son los murales. Pero no hay que verlos como si fueran meras pintadas de grafiteros, sino como si fueran un libro abierto. Para entenderlos mejor dicen que lo ideal es coger un "black taxi", que son los taxis conducidos por excombatientes de ambos bandos, el que te toque, que te explican el significado de cada mural desde su visión. Nosotros, por sugerencia del casero del B&B (thank you, Brian!), decidimos realizar el recorrido por nuestra cuenta andando, y la verdad es que aunque no tuviéramos información de primera mano, vimos muchos murales que con el taxi sería imposible porque estaban en calles perdidas de los barrios. Creo que la mejor opción, por lo tanto, es realizar el recorrido andando, con un plano, siempre y cuando se lleven los deberes hechos –informarse mucho en casa sobre el conflicto irlandés–.
Una advertencia; si pensáis visitar esos murales tan famosos que salen en todas las fotos (el del Che, por ejemplo), no os molestéis porque no existen. A parte de los murales realmente históricos como el de Bobby Sands (en la pared derecha de la sede del Sinn Fein), el resto son cambiantes y los van repintando para reivindicar diferentes ideas de actualidad.
Aunque la calle más famosa sea Falls road, que es larguísima y cuesta recorrerla mucho tiempo (llegamos hasta una intersección con muchos nuevos murales, al lado de un cementerio), está bien avanzar hacia los barrios, donde hay murales no tan cuidados pero más antiguos. También es recomendable pasar por las puertas que separan Falls road de Shankill road para ver que, aunque siga habiendo murales, la temática es completamente distinta. Tras la alambrada se esconde un barrio con mucha menos vida, de casas unifamiliares con banderas inglesas y de la Ulster. Al parecer las puertas se cierran al anochecer, lo que convierte al barrio en un guetto. De día hay que verlo. Apenas andan turistas por allí, pero mientras se sea respetuoso nos les importa que saquen fotos, porque a ellos también les interesa que se sepa su verdad.
En "Shankill profundo" hay más vida, es como Falls road pero con los murales totalmente diferentes. Es como ir de Springfield a Selviville. Había imágenes de la reina de Inglaterra en todas sus edades y todo ese rollo monárquico… bah, que me gusta el té pero prefiero la cerveza! me piro a Falls! Y ahora sí estoy dando mi opinión ;)
Happy Saint Patrick's day!
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