martes, 29 de diciembre de 2015

Juguetes para niño y juguetes para niña

Llega la Navidad y las niñas y niños empiezan a pedir regalos. Se ponen a pensar qué quieren y abren ese catálogo del Carrefour. Y se encuentran con bicicletas rosas para niña, y rojas para niño. Con muñecos voladores: hadas delicadas para niña, bichos rudos para niño. Fotografías de niñas jugando con muñecas (les dan de comer, les cambian los pañales y bla bla bla. Juegan a ser mamás). Los niños aparecen jugando a Hot Wheels y esas cosas.

Luego las madres y padres y demás regaladores te dicen, «es que a mi hija le gustan las muñecas / es que a mi hijo le gustan los balones», «es que mi hija es muy niña / es que mi hijo es muy niño». Como odio esa última frase… porque tiene esa connotación de que las niñas tienen que estar sentaditas y calladitas y los niños gritando y dandose golpes. Y si es al contrario, «jo es que esa niña es una marimacho / ese niño es un poco afeminado». A la mierda todo.

Es difícil cambiar lo que nos venden, pero no se lo vendamos nosotros a nuestros peques. Ya nos lo vendieron a nosotros, sin querer, y aun hoy, a mis 29, sigo luchando para que no se me trate diferente. Y cuando abro la boca siempre está el típico gracioso que salta con eso de «eres una feminazi» con un tono burlón. Y es que estoy harta de decir que no porque sea mujer me gusta ir a comprar muebles con mi madre y mi suegra mientras «dejale a él que no venga, que los chicos no entienden». Ya vale, chicos, no os hartáis de que os llamen inútiles? Porque a mí me molestaría… igual que cuando se lamentan de que mi sobrina se suba a todos los bancos y enseñe sus bragas cuando lleva vestido. Solo faltaba que su forma de vestir limite su forma de jugar!!!!

Pero a lo que iba. Los juguetes. Regalemos igualdad. Cuesta un poco taparles los ojos a los peques cuando salen los anuncios en la tele, pero quiero pensar que nuestras acciones también les influyen. Por eso estoy tan contenta de que el día en que mi sobrina pidió una cocina a Olentzero, este mismo Olentzero regaló otra cocina al niño de mi amiga. Y este niño juega con coches igual que juega con una fregona en miniatura (que por cierto, un día me dijo que era su juguete preferido). Así que sabiendo que llegará el día en el que mi sobri quiera una Barbie y yo muy gustosamente se la regalaré (miraré a ver cual es menos mujer objeto de todas), ahora que todavía tiene la mente limpia, permitidme que le regale cosas no sexualizadas. Ya le ha caído un castillo-carpa para que sea el refugio de su imaginación, un juego de dibujar y unos legos. Aplaudo la cocina también, porque Olentzero se cuidó mucho que traerle una cocina en condiciones, no llena de florecillas rosas, que también las hay. 

Aquí un ejemplo de un catálogo sexista (lo habitual todavía): 



A continuación una serie de catálogos NO sexistas:






jueves, 3 de diciembre de 2015

Las Barriguitas ya no tienen barriguita

«Mi hija le ha pedido a Olentzero una casa de Barbie que cuesta 80 euros», comentó una
madre una mañana en el tren de camino al trabajo. «Dile que Olentzero no es rico», dijo otro pasajero, amigo de ella, en tono de broma. «Chica, si solo tienes una…», contestó quien se sentaba a su lado. «O que se la traigan en casa de la abuela», proponía una mujer. Y así debatieron un tiempo. La madre les escuchaba un poco perpleja, y es que ella comentó lo que costaba la casa como algo secundario. A lo que de verdad quería dar valor era a que su hija quería la casa de Barbie. «A mi me parece bien que Olentzero no le traiga la casa de Barbie. No es un buen modelo de mujer», le dije yo. La madre suspiró, «por fin alguien entiende lo que quiero decir».
 
No pretendo borrar a Barbie del mapa. Yo misma guardo mis antiguas muñecas con cariño, pero nunca viene mal una reflexión. ¿De qué manera van a influir los juegos en los futuros adolescentes? Cojan ese catalogo de juguetes que tienen en casa. Ojeen sus páginas. La Barriguitas ya no tienen barriguita. Las Monster High transmiten la idea de diversidad, pero ellas tampoco tienen barriguita. Ninguna muñeca la tiene. Las bicicletas para niño son rojas –de Cars o Bob Esponja– con guardabarros, mientras que las de niña son rosas o lilas –de Barbie o de Frozen, en el mejor de los casos– y con cestas delanteras y/o sillita para llevar a la muñeca. Y son de niña y niño porque así lo dice la publicidad. ¡Hasta los Lego de toda la vida tienen versión para niño y para niña! Definitivamente, voy a rescatar el Tragabolas.