En fiestas del año pasado tuve que acudir a un evento que me pareció uno de los más atractivos del programa; las terrazas interculturales del Kursaal. Fui y me encontré con una zona dedicada a diferentes países donde vendían productos típicos de su tierra y también comida, como hacen en las ferias medievales, solo que a un precio escandaloso. Se suponía que había conciertos pero no vi más que un escenario vacio y turistas pululando por ahí. Me pareció una tontería enorme eso de las terrazas interculturales. Vale, soy de pueblo y puede que no entienda estas cosas. Pero tampoco entiendo unas fiestas dirigidas exclusivamente a jubiladas de edad avanzada en chandal que quieran hacer yoga en la plaza de la Constitución o a las aspirantes a tronista en Mujeres y Hombres y viceversa luciendo palmito en el concurso de "Miss ojos bonitos" de la Concha.
Odon y su equipo se curraron el pedazo de video que os mostraré a continuación. Y esto lo digo en serio, es muy bonito y enseña perfectamente los valores de la villa. ¿Es o no una ciudad preciosa? Ahora, eso de cultura tiene poco (Zinemaldia, Jazzaldia), y de cultura vasca menos (Oteiza, San Telmo y poco más). Tengo que admitir que aunque me gusta(ba) ir a pasar el día a Donosti como una turista más – porque soy «de la provincia», como nos dicen con desprecio las señoras de abrigos de piel y perros patada– todavía no le he pillado el truco a Donostia. A su forma de vida, quiero decir.
Pero, afortunadamentee, la capitalidad ha llegado a nuestras costas en un momento muy especial que da esperanzas. Parece que después de 20 años siendo una imagen de ciudad-modelo cara a Europa, Donostia por fin podrá mostrar su lado más popular (y con popular me refiero a "del pueblo"). Hay muchos donostiarras que no son ñoñostiarras y que han tenido que lidiar con ese sambenito durante mucho tiempo. Esos donostiarras son gente que vocea por la calle, que toman txikitos con su cuadrilla en los bares de la parte vieja, son payasos de Egia (por no mencionar a todos los demás barrios que se desvinculan de la personalidad pija del centro); son piratas que llegaron al puerto hace años para impulsar un nuevo modelo de orgullo por ser donostiarra. Siempre han estado vetados, pero son esos piratas los que hacen que los que no somos donostiarras sintamos simpatía por la ciudad, los que nos sacan una sonrisa con sus actos y sueños.
Una gran ola verde de esperanza ha traído a su capitán a la ciudad. Juan Karlos Izagirre se ha amotinado y le ha robado el barco al corsario Odon Elorza. Ahora los piratas serán imparables. Pero Izagirre es un pirata bueno y no quiere echar a nadie por la borda. Él tiene el timón, pero los demás también pueden hablar. Lo demostró en la víspera de San Juan, cuando después de 20 años retomó la tradición de que los mandatarios bailen al rededor del árbol que después sería quemado. Lo hizo él y el resto de concejales, realizando un corro y dándole la mano a su mayor detractor (un concejal del PP).
Pienso que la capitalidad de la cultura es el último triunfo de Odon, que si Donostia lo ha conseguido, a pesar de que las quinielas apuntaban a Cordoba, ha sido por el gran trabajo realizado durante estos meses, pero también creo que hasta hace bien poco el jurado ha estado debatiendo su decisión, y que posiblemente si Izagirre no se hubiera pronunciado en defensa de la candidatura donostiarra en nuestra lengua, en euskara, su suerte hubiera sido otra. De hecho, el jurado ha admitido que ese fue un punto muy positivo a su favor, puesto que han visto a Donostia dispuesta a lanzar su cultura por toda Europa. El propio alcalde declaró al recibir la noticia que aprovecharía la ocasión para impulsar el uso del euskara y darlo a conocer. Pienso que junto a la lengua, también se impulsará la producción y difusión cultural local para que los turistas vuelvan a sus casas bien empapados de lo que es nuestro, y que para los locales sea más accesible que lo que es ahora. Por cierto, también en la elección de la capitalidad el edil de Bildu consiguió sorprender a la gente abrazando a su predecesor en el ayuntamiento y estrechando la mano de la amada-por-los-internautas ministra Sinde.
Antes no quería que Donostia ganara la capitalidad. De hecho, yo voté por Cordoba en la preselección. Ahora creo que si las cosas se hacen bien podemos conseguir darle un impulso real a Donostia y conseguir que la ciudad sea una ventana abierta a nuestra cultura.
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