Hoy estoy de muy buen humor. El tiempo acompaña sin hacer demasiado calor (para mi gusto, se que alguno se está achicharrando). Veremos a ver cuanto dura.
Ayer estrené la primavera con una visita a la playa. Salí de trabajar, me pasé por Pinup coffee a pillarme un delicioso chocolate belga helado y una cupcake que me daba pena comer, y me dirigí a la Concha. Me tumbé a leer Diez pequeños indios, de Sherman Alexie, y me relajé con las notas de dos aprendices de guitarristas que tenía en frente. Y hoy ya es viernes. ¿Cómo no voy a estar de buen humor? Firmaría por que hubiera este tiempo todo el verano, solito y con chaqueta por las noches.
Pero aunque haga buen tiempo no creo que sea como para bañarse. Había mucha gente como yo, tirada en toallas con ropa leyendo, escuchando música o mirando al mar, pero otro tanto de señoras con bañadores gigantes y gorros de piscina haciendo calentamientos para darse un bañito, niños mojados tiritando envueltos en toallas, chicas en topless y señores en tumbonas mirandolas. También había guiris quemados sacando fotos de la bahía en la barandilla y algunas más jóvenes emocionadas, más blancas que la leche, estrenando bikinis. De esas también vi a finales de aro, en cuanto salió el sol. A mi desde luego no se me ocurre ir, por ejemplo, a Galicia en marzo y llevarme el bikini, pero parece que los extranjeros son más optimistas.
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