Hoy voy a escribir un post sobre el hobby de "mi árbol" sin pretender parecer experta en la materia. Me refiero a la escalada.
Soy una persona con muchos miedos, muy insegura, perezosa e inconstante, así que todo lo que tenga que ver con el deporte no es más que una anécdota en mi vida. Pero también me gusta aprender cosas nuevas, así que cuando "mi árbol" me propuso colgarme de una cuerda –a una altura de la que si me caigo me mato– por primera vez no pude negarme. Bueno, sí que pude, pero iba a quedar fatal, así que toda valiente me presenté yo en Araotz, con una vergüenza tremenda hasta una esquina donde un niño de tres años acababa de bajar desde donde yo iba a subir, bastante más torpe que él.
Subir, subí. Bajar era otra historia. «Echa el culo para atrás», me decían desde abajo. «¡Echalo tu!», respondía desde arriba temblando y pensando en el enorme culo que se me estaría viendo. Yo creo que fue esa visión la que me animó a bajar. Así que cuando puse los pies en el suelo casi me agacho a besarlo. «Suficiente por hoy», pensé. Y al día siguiente tenía agujetas.
Poco a poco fui acompañando a "mi árbol" a otros sitios de rocas y lagartijas, hasta que empecé a hacer cosillas, que para aquél niño de tres años son ridículas, pero para mi son un logro. He superado algunos de mis miedos, tengo más confianza en mí misma, de vez en cuando me sacudo la pereza de encima y… bueno, sigo siendo inconstante, pero como mi objetivo en la vida no es ni mucho menos ser buena en esto de los "folla piedras", pues no me hace falta tener una rutina.
Creo que el punto fuerte de este deporte es que todo el mundo puede superarse a sí mismo, cada uno a su nivel, y después de realizar un reto siempre habrá otro. No hay un límite, ni para arriba ni para abajo, y nadie me ha mirado por encima del hombro a pesar de ser lo peor y rodearme de lo mejor.
Y para automotivarme un poquito quise comprarme unos pies de gato (bueno, me los ha traído Olentzero). Si voy poco me durarán más, si voy mucho me pondré buenorra. Simple.
Estos son mis gatos. Deben llevarse muy ajustados para que el agarre sea el mejor. Cuando me los puse por primera vez me puse de puntillas y bailé como en el ballet. La sensación tiene que ser parecida, seguro: una tortura!
Lo que está al lado es mi magnesera, con magnesio robado a "mi árbol". Se usa para que las manos no suden y así es más fácil agarrarse a donde sea sin resbalarse.
Las siguientes imágenes muestran las manos de un escalador, de los de verdad, y las cosas que llegan a hacer (pero yo no, ni nunca las haré).
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