domingo, 6 de noviembre de 2011

El acaparamiento injusto de tierras

¿Sabías que desde que la crisis económica comenzó las tomas de tierra en África han aumentado enormemente? Antes de que las corporaciones extranjeras llegaran al continente más pobre del mundo, los pequeños terratenientes se las apañaban para conseguir comida de sus cultivos variados. En esas tierras encontraban también agua, y aunque no podían competir contra el mercado de importación, salían adelante como podían. Sin embargo, por culpa de las malas infraestructuras en caminos no podían llegar al mercado. Su escasa formación no les permite conocer el precio real de sus cultivos, por lo que los venden por cuatro duros a los intermediarios. No tienen recursos para potenciar la cantidad de cultivos que tiene, ni tampoco para almacenarlos correctamente, y esto termina resultando en perdidas. La gente joven tenía que huir de las zonas rurales para poder estudiar y, en definitiva, subsistir, provocando superpoblación en las ciudades. Todo esto podría solucionarse si las organizaciones mundiales ofrecieran su ayuda. 


Sin embargo, los propios gobiernos africanos han puesto en venta sus fértiles tierras, engañando a los dueños con la patraña de que así ganarán todos: los extranjeros traerán nuevas tecnologías, trabajo, comida. Pero es todo mentira, porque los que toman las tierras sólo buscan beneficio. No acaparan las tierras, las alquilan por menos de un dólar al día cada hectárea en contratos de 50-100 años. Con ese dinero los granjeros no tienen nada que hacer, pero podrían subsistir si lo que se produce en sus tierras fuera comida -la poca comida que se cultiva la exportan a otros países-. Lo que plantan las corporaciones extranjeras, muchas de ellas europeas, son cultivos para crear biocombustible para poder afrontar la escasez de petróleo y seguir alimentando "ecológicamente" a sus millones de vehículos. 

Para ello plantan en zonas gigantes (10.000 hectáreas - un millón de hectáreas) caña de azúcar o aceite de palma. Utilizan fertilizantes contaminantes que hacen que las plantas crezcan rápido, hasta que llega un momento en el que esa tierra queda muerta. También terminan con las reservas de agua. Después las corporaciones venden ese biocombustible en sus países de origen, pero con lo que ganan apenas emplean a alguna persona africana, ya que gracias a sus maquinas y tecnología avanzada no necesitan mano de obra.  

La paradoja es que el 70% de los acaparamientos de tierra del mundo tienen lugar en África, en los países más pobres, pero más fértiles, como Etiopía, Sierra Leona, Mali o Sudan, y todo con el apoyo de los gobiernos africanos que ponen en venta la seguridad alimenticia de sus ciudadanos y ponen en riesgo el medio ambiente, ya que esta explotación masiva de recursos provoca el cambio climático. ¿Donde queda ahora el combustible ecológico? ¿Cómo se alimentará la gente si ya no tiene dónde cultivar su propia comida?

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