jueves, 21 de marzo de 2013

No soy un superman

Peter Parker se pone un traje de lycra hiperajustado y pasa de ser un periodista mediocre a Spiderman, un superheroe que se las trae a todas de calle. Venga, vale.

Batman no es más que un señor rico, Bruce Wayne, con mucho tiempo libre que dedica su fortuna a crear cosas que le ayuden a matar a los malos. Venga, vale.

Y llegamos al superheroe más famoso: Superman. Un extraterrestre criado en una granja humana, indestructible pero vulnerable a la criptonita, y mejor amigo de su enemigo. Venga, vale. Pero lo que no cuela es que Clark Kent se ponga unas gafas y ya nadie sospeche de él. Es un pájaro? es un avión? no, es Clark volando, quizá sean los habitantes de Metropolis los que necesiten gafas.

Yo llevo ahora unas gafas estilo Clark. Bueno, estilo Steve Urkell, para qué nos vamos a engañar… la cuestión es que estoy en ese proceso de adaptación en que todavía me veo rara al mirarme al espejo y ver que tengo una pseudo tirita blanca en el entrecejo, como una empollona estadounidense. Me veo tan rara que pienso que todo el mundo tiene que verme igual de rara, que incluso no vayan a reconocerme. Pero entonces me llevo la sorpresa de que para la mayoría pasan inadvertidas mis Urkells, que solo quienes me conocen más se dan cuenta de que "algo" pasa.

Coincidí con un tipo raro, que siempre me dice cosas, en la cola del baño de un bar un sábado por la noche. Creyendo tener los superpoderes de camuflaje de Superman me puse en la cola confiada cuando oí el fatídico: «Morena, guapa… yo a ti te conozco del barrio». Mis gafas están rotas! no funcionan!

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