lunes, 29 de agosto de 2016

Arte permanente sobre la piel a base de tinta y dolor

Quiero compartir con vosotros un reportaje que hice con mucho gusto y que creo que encaja en este blog. Fue publicado en GARA.

Arte permanente sobre la piel a base de tinta y dolor

Echando la vista unos años atrás, hace algunos años no era habitual ver tatuajes en las calles. Solían llevarlos los cantantes famosos que salían en la tele, los marineros, quienes volvían de la mili, los presos... ahora, más en verano que aligeramos la ropa, no es difícil encontrárnoslos en todos los rincones. Hagan la prueba de contar cuanta gente tatuada ven, por ejemplo, mientras pasean tomándose un helado.

Hector Rey trabajando
Cada vez resulta más difícil encontrar gente que no tenga un tatuaje o que esté pensando en hacerse uno. Hace un par de décadas era un adorno corporal de escasa popularidad por el que optaba poca gente. «Macarrillas, marineros y legionarios. La mayoría eran unos elementos», tal y como apunta Hector Rey, tatuador del estudio Eki Tattoo Shop (Beasain y Donostia). Habla alguien con 20 años de experiencia y gran parte del cuerpo tatuado, que comenzó con una anarquía en la muñeca. «Me la hice con un portaminas y un motorcito. Para hacerme esta cosa me pinché acuarela, tempera, oleo, tinta Pelikan... hasta que alguien me dijo que probara con la Talence, que se usa en las artes gráficas», explica. ¿El último tatuaje? la caca de Arale en la pantorrilla.

Las cosas han cambiado y ahora tatuarse es más que habitual. «Va a llegar el momento en que vayamos a la playa y cuando veamos a alguien sin tatuajes digamos ‘hala tío, si así es como nacemos’», comenta. Con la socialización de los tatuajes también ha cambiado la forma en la que la gente opta por los diseños. Según el tatuador, antes el primer tatuaje solía ser algo pequeño, pero cada vez piden más diseños grandes como medios brazos o, incluso, espalda entera. 

Hasta llegar a este punto, el tatuaje ha sufrido siglos, milenios, de evolución. En palabras de Rey, el tatuaje existe desde la prehistoria. «Hay pueblos que casi no tienen contacto con la civilización actual, que siguen viviendo casi como en la época paleolítica, y mantienen sus tatuajes tradicionales», dice para comenzar a repasar la historia. Estos dibujos en la piel, antiguamente eran una manera de poner la categoría que tenían en la tribu. Por ejemplo, en Filipinas, los cazadores de cabezas cada vez que cortaban una se dibujaban un collar. Eso significaba que eran guerreros más fuerte. «El que resistía a un tatuaje no era como ahora. Si sobrevivías a muchos tatuajes quería decir que tenías mucha más resistencia a enfermedades y eras más fuerte».  

En las momias Europeas «los tatuajes están en las zonas donde tenían reuma», es decir, se supone que utilizaban hierbas medicinales que pinchaban donde había alguna dolencia y estas teñían la piel. Sin embargo, los tatuajes más antiguos los encontramos en las momias egipcias, de más de 2.000 años. «En esas se ve que el tatuaje es religioso y también decorativo, porque se amolda a la forma del cuerpo», explica.
Una manita de momia tatuada

Más adelante, en Europa estaban los bárbaros (todo lo que no era romano). «Los romanos dejaron escrito que Europa estaba llena de tribus tatuadas. Ellos acabaron con todo eso, según iban conquistando». El tatuaje vuelve aflorar gracias a los viajes del explorador James Cook a la Polinesia. «Empezaron a llegar tatuados, y así se puso de moda entre marineros y gente que viajaba».

Actualmente el tatuaje está muy diversificado, aunque como en todo, también en tatuajes hay tendencias. El tradicional americano, que es el que se hacía en los 50, se ha puesto de nuevo de moda. Este consiste en motivos relacionados con el mar, dibujados con linea gruesa y colores básicos. «Está evolucionado y ha surgido el neotradicional, que es coger un tema actual y  hacerlo con estética antigua», aclara Rey.

También están de moda el new school, que es el estilo grafitero plasmado en  la piel. Además, muchos tatuadores actuales vienen del mundo de las Bellas Artes. «Si no consiguen una salida con la pintura, hoy en día tienen una alternativa con el tatuaje», asegura. Por ello, muchos de los nuevos estilos son los que se usan en pintura como el puntillismo, el trash polka (realismo y recursos gráficos), la acuarela, lo geométrico... «La técnica es completamente diferente en el lienzo y la piel, pero el resultado es el mismo».Tra
Trash polka por Eki Tattoo Shop


Todavía discriminados
A pesar de que los tatuajes ya no son marginales, todavía quedan prejuicios. De hecho, la gente que tiene tatuajes a la vista puede tener problemas a la hora de encontrar un trabajo, sin embargo, «tener un tatuaje no te limita. Como mucho puede contar un poco de cómo es cada uno, nada más». Ante esa situación, Rey lo tiene claro: «si nos enteramos de que en unas empresas no cogen a gente con tatuajes y piercings, no vamos. Si ellos nos boicotean, nosotros a ellos también. Y va a llegar un momento en que seremos bastantes más de la mitad de la población, así que igual tendrían que ir adaptándose a los nuevos tiempos».

Dentro de esa «normalización» de los tatuajes, también han entrado las leyes. Hace diez años no se les consideraba un trabajo, pero comenzaron a haber tantos tatuadores que decidieron regularlos. El Estado español les obliga a usar ciertas tintas, mientras que en toda Europa se usan otras. «Detrás de esto hay intereses económicos. Si los otros usan en toda Europa y llevan 50 años, ¿no serán mejores que los que nos están obligando a utilizar y llevan en el mercado 10 años?», se pregunta el tatuador.

También es verdad que con internet el mundo del tatuaje se ha extendido mucho y hoy en día puede adquirirse un kit casero muy fácilmente. «Hay mucha gente que lo que quiere es tener una marca, un recuerdo, y la estética le da igual. Pero yo no lo recomiendo. Antes lo que sabías del tatuaje era boca a boca. Había mucho secretismo, la gente no compartía trucos, y hoy en día es todo lo contrario. Tienes mil tutoriales». Por esa razón, se dan casos como uno que cuenta: «El otro día vinieron unos chavales con las manos llenas de… mierda. Se habían comprado una maquina. Como los padres no les dejaban tatuarse, se habían tatuado entre los colegas para obligar a sus padres a dejarles hacerse un tapado bien hecho», cuenta. 
Técnica stick & poke que la gente imita en casa

También recuerda que le dijeron que en fiestas de Tolosa salió una carroza donde llevaban una máquina, comprada hacía una semana, e iban tatuando a quien quisiera. «La gente le ha perdido el respeto a marcarse», asegura consciente de que un tatuaje es para toda la vida. Para él, más que la estética de los diseños son pequeños recuerdos. «Cuando conozco a un tatuador y me cae bien me hace un detallito. Es una manera de acordarte de la gente. Te puedes ir olvidando de las cosas, pero los tatuajes son como las cicatrices. Te acuerdas de cómo te la has hecho. Yo veo tatuajes viejos y me acuerdo del momento en que vivía entonces», asegura. Tampoco recuerda a sus clientes, pero si ve su creación es capaz de acordarse de las conversaciones mantenidas durante el proceso. «Cada tatuaje debería ser personal y único. No me gusta eso de coger un dibujo de catálogo. Te cuentan la historia y entre el tatuador y el cliente se llega a un acuerdo, y si no se llega pues tal vez es que no es el tatuador apropiado. Somos un montón. Yo hago realismo y si me piden otras cosas pues tenemos compañeros que son mejores para eso», relata.
Realismo por Eki Tattoo Shop


Respecto a las dudas que pueda tener alguien, les plantea una situación: si te compras una ropa porque te gusta y alguien te dice que no le gusta, ¿dejarías de ponértela? «Siempre habrá gente a la que le guste y gente a la que no. Mucha gente no soporta esa carga. Tienes que tener bastante carácter para tatuarte», comenta.

Poder decidir qué tatuar
Como artistas, los tatuadores también se niegan a hacer ciertos trabajos. Cada vez más deciden no hacer piezas pequeñas. «Por ejemplo, el infinito que está tan de moda, para mí es un tatuaje comercial y es lo que no quiero hacer. Considero que esto no es como la ropa, que un día te la pones y al siguiente te la quitas. El tatuaje no debería ser una moda; las modas pasan pero los tatuajes los vas a seguir teniendo». 

También se niega a hacer tatuajes que no le gustan. Los clientes le dicen que no le tiene que importar porque quienes lo van a llevar van a ser ellos, pero él responde que quien lo va a hacer es él. Si alguien pregunta quién lo ha hecho será Hector quien quede mal.

Al margen de estas situaciones, los tatuadores están acostumbrados a hacer casi de todo. A estas alturas nada le sorprende a Rey. Una vez una chica quería representar la escena de la playa de la película “Agente 007 contra el Doctor No”, de la saga James Bond en la que una mujer sale del agua. «Quería un buceador saliendo de su vagina, y los labios eran corales. Pero no fue complicado. Es más complicado un pecho, que se va para todos los lados. Pieles curtidas, duras, son más difíciles de trabajar, pero donde no da el sol siempre es mejor», cuenta sin darle mayor importancia. 

Acuarela por Eki Tattoo Shop.





En otra ocasión una chica, menor de edad, le dijo que le tenía que hacer un tapado, pero no sabía de qué. Su madre le firmó el consentimiento y ella acudió con una amiga. Tenía una estrella en la ingle. Cuando comenzó a tatuarla la amiga preguntó, «¿Duele más que el cutter?». Así, le explicaron que habían visto en internet que se podía tatuar haciendo heridas con objetos punzantes y tinta Pelikan. «Nosotros eramos más bestias. Cogíamos el boli de punta fina y lo clavábamos, y así quedaba un punto para siempre», ríe. 

Como otra anécdota reciente, contó que un chico se mareó y pidió una ambulancia. «Es normal marearse porque vienen muy nerviosos y luego les baja la tensión», nada más. Pero el chico se asustó y finalmente se lo llevaron en ambulancia. También se mareó otro chico que al caer se partió las dos paletas. «Todavía estamos esperando a cobrar el seguro», termina.


Del circo a la política: personas populares por llevar al extremo sus adornos corporales

Hubo un tiempo en que las personas muy tatuadas, especialmente las mujeres, eran «bichos raros», espectáculos de circo. Así se hicieron famosas Nora Hildebrandt o Irene Woodward. Solían contar que habían sido secuestradas por los indios y obligadas a ser tatuadas cada día. En realidad se tatuaban inspiradas por Prince Constantine, un albanés de Grecia que trabajaba como «hombre tatuado» y tenía motivos dibujados hasta en su cara.
Prince Constantine
Siguiendo estas modificaciones extremas, merece la pena mencionar a Elizabeth Weinzirl, que comenzó a tatuarse a los 47 años porque a su marido le gustaba, y fue una de las primeras mujeres en tatuarse y exhibirse de manera recreacional. Con el tiempo se ganó el apodo de “la abuela tatuada”. A su vez, Isobel Varley obtuvo el Record Guinness a la persona senior más tatuada. Falleció en mayo del año pasado, y hasta entonces estuvo viajando de convención en convención. Era toda una celebridad por tener hasta su cabeza tatuada –con penes–, diseños que solía tapar a veces con una peluca rubia. Otro gran embajador de los tatuajes es Vladimir Franz, candidato a la presidencia de la República Checa en 2012 tras la obtención de 88.000 firmas en su favor. Se le conoció como “el candidato verde” y no por ser ecologista.
Isobel Varley

No hay comentarios: